Cuando se habla de innovación educativa, con bastante frecuencia pensamos en tecnología, uso de internet en el aula, dispositivos móviles, elearning, etc… O en el mejor de los casos imaginamos complejos procesos de enseñanza revolucionarios donde se definen nuevos conceptos, nuevos espacios, nuevos modelos de comunicación.
Sin embargo esto no tiene por qué ser siempre así. Bajo mi punto de vista, el proceso de innovación está intrínsecamente relacionado con el de creatividad y ya sabemos que este término abarca muchos más terrenos que el puramente tecnológico. Tampoco tiene por qué significar hacer algo totalmente nuevo, innovar también es incorporar nuevas funciones, nuevos puntos de vista a algo que ya está creado.
¿Todo el mundo puede innovar o solamente pueden determinadas personas que poseen unas cualidades especiales? La creatividad es innata al ser humano, todos podemos desarrollarla si la trabajamos convenientemente. Thomas Alva Edison aseguraba que un genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.
Mi opinión es que para innovar basta con tener curiosidad por explorar nuevas opciones, querer cambiar las cosas y sobre todo y principal, creer en uno mismo.
Permíteme que te cuente una historia real que he vivido en primera persona y que ilustra muy bien el mensaje que pretendo trasladar en este artículo.
Hace dos meses, mi pareja decidió involucrarse en un proyecto con los niños y niñas del curso de nuestra hija de 9 años (cuarto de primaria), se trataba de una actividad extra escolar, un taller de teatro. El objetivo era representar a final de curso la obra Magia en el bosque, donde se tratan diversos temas relacionados con la ecología: el respeto por los animales, por los parques naturales y las relaciones humanas y en donde se unen interpretación, canto y baile. Una obra bastante completa.
El reto era importante, no contaban con demasiado tiempo y era la primera experiencia teatral de los niños y niñas que componían el grupo. Sin embargo dos meses más tarde, después de 8 ensayos de dos horas cada uno y mucho esfuerzo personal por parte de todos y todas, la obra se representaba en un escenario con unos preciosos decorados realizados de forma artesanal, unos disfraces confeccionados por los padres y madres de los alumnos y sobre todo con muy buen humor y con todos los diálogos aprendidos e interiorizados por los pequeños actores.
¿Qué aprendieron los alumnos y alumnas que participaron en la obra?
- Los mensajes de la obra, después de estudiarla e interpretarla se les habían quedado grabados en su memoria, porque los habían vivido desde dentro.
- Trabajo colaborativo, era impresionante ver cómo algunos no sólo se habían aprendido su papel sino que también conocían el de otros compañeros y se ayudaban dándose paso o recordándose unos a otros diferentes pases de la obra.
- Compromiso con el grupo, conforme iban avanzando los ensayos todos entendieron perfectamente que si uno de ellos fallaba todo iba al traste y el esfuerzo de los demás no iba a servir de nada.
- Querer es poder, el reto era complejo, en 16 horas de ensayo memorizar una obra de una hora de duración no es una tarea sencilla, hubo un trabajo extra importante de cada uno de ellos en casa, estudiando los papeles; es decir, requirió un alto grado de motivación.
- Desarrollar su creatividad, llegó un momento en que los niños eran los que proponían incluir modificaciones en la obra, en definitiva, fueron parte esencial y protagonista de su trabajo.
- Todo esfuerzo tiene su recompensa, y no necesariamente tiene por qué ser algo material. En su caso, además de lo que disfrutaron con los ensayos, la puesta en escena y por supuesto la representación final, recibieron una sonora ovación por el alto nivel de compromiso y el cariño que habían puesto en su trabajo.
El resultado te lo puedes imaginar, caras de satisfacción y alegría por parte de los niños, orgullo, mucho orgullo y respeto por la de los padres y madres que quedamos atónitos con lo bien que había salido todo y sobre todo el de una madre y directora que, además de disfrutar viendo a su hija en el escenario, quedó totalmente realizada con la satisfacción de haberles podido facilitar a los pequeños una experiencia que estoy seguro van a conservar a lo largo de sus vidas.
Como ves, innovar en la forma de aprendizaje está al alcance de todos, en este caso el teatro supuso una excelente herramienta para la transmisión de conceptos y de valores, de hecho me parece un recurso muy poco explotado para los buenos resultados que se pueden cosechar, pero no es la única forma, también se puede conseguir con el deporte o por qué no con la música, la danza y el resto de artes escénicas.
Este artículo, además de reivindicar la necesidad de llevar a cabo proyectos de aprendizaje diferentes que complementan las actividades escolares y una mayor participación de las familias en la educación, también me gustaría que sirviera de humilde homenaje a todos/as los/as alumnos/as que participaron y a su directora que supo transmitirles de una forma u otra estos importantes valores a ellos/as.
Estoy convencido que existen muchos otros proyectos con experiencias muy positivas dentro del mundo del aprendizaje, ¿conoces alguna en particular?, compártela con toda la comunidad, estas pequeñas historias son las que hacen de este mundo, un sitio más agradable para habitar.
Gracias por todo y nos vemos en el siguiente artículo.